Con la llegada del equinoccio de primavera, que este año tendrá lugar en el hemisferio norte el 19 de marzo, muchas personas se acoplan a la tradición de visitar sitios arqueológicos vestidos de blanco, lo cual tiene un motivo especial en el simbolismo del color y la practicidad de su uso.
Instalada como tradición en tierras mexicanas, la visita a los sitios arqueológicos es uno de los rituales por los que optan muchas personas para recibir el equinoccio de primavera, que marca el inicio de la temporada en la que los días duran más que las noches.
Así es que también existe la idea de que vestirse de blanco para la ocasión otorga una sensación de renovación ante el cambio drástico que representa la situación. El color blanco en muchas culturas es símbolo de paz, tranquilidad y armonía, por lo que genera una percepción compartida de bienestar.
En ese sentido, vestir de blanco para muchas personas representa calma y serenidad, debido a la ausencia de color, y por el mismo motivo es que contribuye a aumentar la concentración y otorga una mayor sensación de amplitud.
En estas ceremonias, que comprenden un cambio significativo para el mundo entero, el color blanco es también una manera de recibir la nueva temporada con los brazos abiertos y entregado a los próximos acontecimientos y cambios que tendrán lugar en la vida cotidiana.
Además de las sensaciones y símbolos ya mencionados que evoca el color blanco, cabe destacar que también hace rebotar los rayos de luz, por lo que genera una frescura en el cuerpo que no se logra con el uso de prendas de color negro.
En México, determinados sitios históricos abrirán sus puertas para recibir a los visitantes desde las 9 AM hasta las 5 PM. Entre los más destacados se encuentra el Templo Mayor en la alcaldía Cuauhtémoc, la Zona Arqueológica Cuicuilco en la alcaldía Tlalpan y el Cerro de la Estrella en la alcaldía Iztapalapa, en México.
De acuerdo a la información del sitio web de Milenio, la tradición de visitar pirámides y demás sitios arqueológicos corresponde a la cultura prehispánica, en la que las personas relacionaban el equinoccio con un renacimiento debido al inicio de la primavera que permite el desarrollo de las plantas y árboles.