El retrato de Silvia Pinal, quien falleció este jueves 28 a los 93 años de edad, pintado por Diego Rivera en 1956, es una de las obras más icónicas vinculadas al Cine de Oro Mexicano y al legado artístico del muralista mexicano. Actualmente, este cuadro se encuentra en la residencia de la actriz, ubicada en Jardines del Pedregal, Ciudad de México. La pintura, un regalo personal del renombrado artista a la estrella, captura la vitalidad y belleza de Pinal en su apogeo, consolidándola como un símbolo cultural de su tiempo.
El cuadro muestra a Silvia Pinal de pie, luciendo un elegante vestido negro. El fondo refleja su figura en un espejo, un detalle que ha sido interpretado como un sutil guiño a un desnudo artístico.
Aunque en un inicio Diego Rivera expresó su deseo de pintarla al desnudo, la actriz rechazó la propuesta, prefiriendo una representación más sobria. El pintor guanajuatense comentó al respecto que deseaba inmortalizar "el desnudo más hermoso del mundo", pero respetó la decisión de la actriz.
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¿Cuál es el valor estimado del cuadro?
El retrato no tiene un precio exacto establecido, pero su valor cultural y artístico es incalculable. Expertos estiman que podría alcanzar varios millones de dólares, considerando que obras como Los Rivales (1931) de Rivera se han vendido por más de 9 millones de dólares. Sin embargo, este retrato es considerado patrimonio nacional y forma parte de un fideicomiso, lo que impide su venta o traslado fuera de México.
El cuadro fue un regalo inesperado del muralista a Silvia Pinal, quien, según su autobiografía, estaba preocupada por el costo de la obra mientras terminaba de construir su casa. Este gesto refuerza el vínculo entre el pintor y la actriz, quienes compartieron una conexión artística y personal única.
La herencia del retrato de Silvia Pinal pintado por Diego Rivera
El icónico retrato de Silvia Pinal representa el encuentro entre dos figuras legendarias de la cultura mexicana. El artista Diego Rivera, conocido por su estilo que mezcla influencias europeas e indígenas, capturó a Silvia Pinal con colores vibrantes y una técnica que destacó su personalidad y elegancia. A lo largo de las décadas, esta obra ha trascendido como un emblema cultural que une las artes plásticas y el glamur el cine mexicano.